Marinela Cristobal Bustillo vive en Ladrikula, una de las comunidades que conforman el municipio de Prinzapolka. Una de las zonas más recónditas de Nicaragua que conserva su propia lengua y sus tradiciones ancestrales.
Marinela vive con su esposo y sus 3 hijos en una casita sencilla, hecha de madera y levantada sobre pilares, que evitan que cuando llueve mucho la casa se inunde. Nos Cuenta que es Ama de casa “… cocino, lavo los platos, preparo el almuerzo, limpio, hago empanadas, vendo café, hago todo tipo de trabajos”.
Pero la búsqueda constante del bienestar para su familia le impulsan a emprender tareas diversas para ingresar algunos córdobas extras para salir adelante.Es voluntariosa y las oportunidades que le brinda la vida intenta aprovecharlas. Ha asistido a un curso para aprender repostería, este curso además de darle un diploma, le ha abierto nuevas perspectivas. Ahora su sueño más inmediato, es poder establecer su propio negocio para mejorar definitivamente su calidad de vida y la de su familia. “Pienso poner mi negocio, si dios quiere, poner una tiendecita, vender comida, venta de gasolina, poner un cafetín y con eso conseguir leche para mi bebé y también… vivir mejor”
A los 15 años empezó asumir tareas de limpieza y cuidado del hogar, roles que en estas comunidades siguen contrayendo plenamente las mujeres, y que, desde la infancia, estas normas sociales, se vienen definiendo y apuntalando con los juegos infantiles que se realizan. “… cuando era pequeña jugaba a las cocinas con mis amiguitos, jugaba a mamá y papá, jugábamos a las muñecas también, cocinábamos… cuando cumplí 15 años empecé a hacer todo eso de verdad”
Marinela cree que, con 26 años, después de años de convivencia con su esposo, ha cambiado su forma de concebir la relación. Cuando empezó a convivir con él, algunas veces su esposo la increpaba y ella, aunque pensaba mucho en lo ocurrido asumía la amonestación sin queja. Hoy, 8 años después, cuando él muestra algún tipo de agresividad o falta de respeto, ella le frena y muestra su rechazo absoluto por la situación. “yo tenía 18 años cuando empecé con mi marido, cuando mi marido me regañaba… yo lo escuchaba, pero ahora, a veces me dice algo y me doy cuenta de que está mal…. Y cuando es así, me defiendo. “ Marinela se siente orgullosa y feliz de vivir en su comunidad, porque es un lugar tranquilo, donde pueden crecer sus hijos seguros, es una comunidad Miskita de la que, sin duda, se siente parte. “…me siento contenta, tengo mis hijos…y me siento feliz, por eso aquí vivo en mi comunidad, no en otro lugar. Para mí es un placer poder vivir en mi comunidad”